Centrándonos en la problemática más actual, que viene siendo la crisis migratoria de África provocada por Occidente, resulta irónico que la frase suajili “Hakuna Matata” signifique; «No hay problema». Expresión propia del continente que más problemas ha sufrido por agentes ajenos a él. Territorio rico en recursos naturales y que por ello ha sido durante siglos hasta la actualidad, objetivo de aquellos países que iban a la cabeza en la carrera del “desarrollo” industrial en su voraz necesidad de consumir sin medida recursos naturales necesarios para sus propias necesidades productivas.
El colonialismo ejercido desde 1820, conoció su máxima expresión durante 1884-1885 en el Congreso de Berlín, donde las potencias occidentales se repartieron por completo el continente Africano siendo el colmo de dicho expolio el ejemplo del Congo, que no dependía del Estado belga, sino del rey Leopoldo II, ya que se consideró patrimonio del rey y no del Estado.
En la actualidad el colonialismo ha cambiado de nombre, que no de forma, haciéndose pasar por “socios inversores” mas que por invasores, pero ejerciendo la misma violencia basada en la deuda económica. En la actualidad China es el mayor inversor económico basándose en sectores como las telecomunicaciones y manufacturas principalmente, recibiendo minerales y metales orientados a las nuevas tecnologías. China está seguida de Francia con una gran implantación militar en el continente en un claro ejercicio de paternalismo poscolonizador y de empresas inglesas como British Petroleum y el grupo Royal Dutch Shell, el país que vio nacer al neoliberalismo ahora pone en práctica su marco teórico, destinando sus recursos a la extracción de petróleo y construcción de gaseoductos.
Hoy en día el continente africano está fragmentado por la violencia neocolonialista basada en campañas bélicas y económicas, sufriendo un éxodo migratorio en masa hacia los países que han sido los responsables desde hace siglos, encontrándose las fronteras cerradas, bajo la neutralidad de organismo internacionales. Fronteras claramente económicas, haciendo un sesgo entre la pobreza y la riqueza. Mientras la opinión pública moldeada por lo medios hegemónicos de comunicación, se encierra en sus miserias temerosa por perder lo poco que tiene, como decía Leonardo da Vinci “los hombres correrán tras la cosa que más temen, es decir, que serán miserables por temer a la miseria”; siendo un huerto fértil para los mensajes racistas que apelan al nacionalismo, sin pararse a pensar que vociferan contra la pobreza mientras loan a Estados que superan los mensajes supremacistas para mantener intactas su relaciones comerciales (véase por ejemplo las buenas relaciones mercantiles entre España, Israel y los Arabia Saudí, superando toda diferencia racial y religiosa) configurando el nuevo orden mundial. El populismo de derechas no le pone reparos a esta conclusión. Su crítica a la sociedad de la competencia solo conduce a la limpieza étnica en las zonas en retroceso de la riqueza capitalista, como pusieron en práctica los liberales malthusianos, esterilizando a la población indígena y pobre en Latino América bajo el lema “acabemos con la pobreza eliminando a los pobres”. Frente a esto, el nacionalismo moderado de cuño socialdemócrata quiere que los inmigrantes laborales de larga duración cuenten como los autóctonos e incluso darles la nacionalidad, si demuestran un buen comportamiento agradecido y garanticen su mansedumbre.
Las fronteras siempre estarán abiertas a tratados internacionales de comercio y se cerrarán al libre movimiento de las personas, ya que podría desestabilizar el equilibrio de la economía. Las fronteras son las delimitaciones de los mercados, nada tienen que ver con identidades culturales, raciales, etc… alguien con rasgos típicos de África o Asia, puede ser natural de Occidente solo porque sus antecesores fueron años atrás migrantes.
El racismo aunque obsoleto y superado por la realidad actual, es azuzado cuando responde a los intereses de Estado, y asumido sin cuestionar no solo por las clases más privilegiadas sino que también por las clases más populares y marginales, se han podido ver chabolas ondeando la rojigualda, no solo en épocas de pan y circo como el mundial de fútbol. La identidad nacional deshace lo que podría unirnos como especie humana; conceptos como: la solidaridad como remedio a las necesidades, el apoyo mutuo como motor de la evolución y la mezcla de razas como forma de perfeccionar nuestra especie.
Jaime Manso.